En mi humilde opinión la izquierda andaluza –en todo su espectro: desde el PSOE a Marinaleda– nunca ha brillado por la sofisticación de sus planteamientos (ni de sus representantes). Seguramente porque los atropellos históricos de la derecha en esta tierra han sido tan hondos y brutales que han vulgarizado también la capacidad de respuesta. A mitad de legislatura no parece que los partidos de izquierdas hayan aprendido nada de su derrota en las urnas y las señales que emiten son de abulia y resignación (cuando no de algo peor parecido al bochorno). Éste es el caso de la coalición Adelante Andalucía que esta semana nos ha regalado un episodio digno del peor sainete. Resulta que los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez –que dominan el grupo parlamentario– han expulsado a sus compañeros de Izquierda Unida de la gestión de las redes sociales. Les han cambiado, de un día para otro, las claves de Facebook, Twitter e Instagram y les han dejado huérfanos de “me gustas”. Se trata, según parece, de una especie de ajuste de cuentas interno, un poner las cosas en su sitio ya que, previamente y sin avisar, la gente de IU había sacado dinero de unas cuentas comunes. Y ahora qué, ¿cómo le ponemos al niño? Éste es el nivel, Maribel.

Resulta sorprendente que cierta izquierda se empeñe, día sí y día también, en estirar la sátira que los Monty Python hicieron en La Vida de Bryan a propósito del cainismo revolucionario. Ya saben, aquello del Frente Popular de Judea y el Frente Judaico Popular. En este sentido, y aunque estamos a mitad de legislatura, el panorama de Adelante Andalucía tiene muy mala pinta, tanta como el mal rollo que propalan –los unos y los otros– en sus apariciones públicas. No hay que ser el oráculo de Delfos para anticiparle una ruina electoral semejante a la que recientemente han cosechado sus amigos gallegos y vascos. De hecho las broncas y escisiones internas, independientemente del territorio, han sido prácticamente las mismas en las tres formaciones. Para que luego digan que no somos un país cohesionado.

Un poco más acá de Adelante Andalucía está el PSOE-A, el otrora partido hegemónico que, aun ganando las elecciones, no alcanzó una mayoría suficiente para gobernar. Si allá reina la trifulca aquí la desidia. No es que no ejerzan su labor de oposición, es que lo hacen con desgana, a medio gas, como si tuvieran la convicción de que la Junta regresará a sus manos porque sí, porque forma parte del orden natural de las cosas. Se equivocan, y mucho. La presencia de Susana Díaz (y sus años de liderazgo) lastran terriblemente a un partido que necesita mañana mismo un arreglo de chapa y pintura (y también de motor) si quiere volver a ser ilusionante para su electorado. Es muy probable que el votante andaluz siga estando mayoritariamente a la izquierda pero, a día de hoy, vive en la Izquierda Vaciada, un páramo ideológico donde no hay ni un solo partido apetecible al que entregarle el voto.